A la hora de encarar un emprendimiento, muchos dueños de pymes caen en la «tentación» de no fijar una retribución propia. Sin embargo, esto puede traer consecuencias negativas. No asignar una retribución económica para el empresario significa no cuantificar el costo de oportunidad de su tiempo. Vinculado con esto, también es importante tener en cuenta las habilidades del empresario como líder de una pyme. Esto implica entre otras cosas, la capacidad de delegar y de concentrarse en lo que realmente genera valor: abandonar las tareas operativas, para pasar la mayor cantidad del tiempo como estrategas.
Frente a esta situación, muchos emprendedores se ven ante el dilema de determinar un sueldo o de retirar dividendos. Sin embargo, es importante entender que ambos son conceptos independientes. Por un lado, el empresario debería tener un sueldo en base al trabajo que desarrolla, que debe ser constante y conocido. Por otro lado los resultados de la pyme, que suelen ser variables, luego generan una proporción para reinvertir y otra como dividendos. El englobar todo junto podría producir demasiada reinversión sin resultados para el empresario, o por el contrario, un «vaciamiento» de la compañía.
Es imprescindible darle un valor económico al trabajo del empresario a través del sueldo. En primer lugar porque es lo que determina el valor de su trabajo y al mismo tiempo porque no contar con un sueldo propio «sesga» los resultados de la empresa, al englobar esta retribución dentro de los resultados de la compañía.