Son opiniones, juicios de valor. Solemos usarlas muchísimo: nos fijamos en un tipo de comportamiento y le asignamos un adjetivo a esta situación, juzgando a la persona que lo está haciendo. Pero un hecho no define a una persona, por eso las etiquetas no definen quienes somos. Aun así, son muy poderosas y pueden limitarnos, siendo un gran obstáculo en la vida de cada uno
Para empezar tenés que reconocer tus etiquetas.

Decir «este soy yo» es un primer gran paso. El segundo paso es aceptarte, poder decir «este soy yo y me acepto». No es una tarea sencilla, pero si vos no lo hacés, ¿cómo esperás que lo hagan los demás? Ojo, aceptarte no quiere decir que no puedas cambiar: no es una excusa para justificar tus acciones. Pero, a partir del autoconocimiento y la aceptación, vas a poder entender de dónde venís, qué querés, hacia dónde vas, por qué hacés lo que hacés. Y así podés empezar a trabajar sobre vos misma y tu realidad para poder cambiar o ajustar lo que sientas que necesites. ¡Arranquemos!

Primer paso: El avión
Después de reconocer tus etiquetas, te proponemos que las dividas entre aquellas que querés dejar atrás y aquellas que querés conservar. Te invitamos a que te quites esas creencias limitantes.
Identificá aquellas etiquetas que sentís que no te conducen hacia donde querés ir.
Anotálas en un papel y convertilo en avioncito.
Repetí esta frase al soltar cada etiqueta: «Confío en mi intuición, gracias por todo lo que aprendí y, sin miedo, estoy lista para soltar y fluir hacia nuevos proyectos».

Paso 2: Caja de herramientas
Ahora visualizá aquellas actitudes y comportamientos que desearías adquirir o que ya tenés y te gustaría reforzar, para que te conduzcan hacia quien vos elijas ser.
Anotá en tu caja de herramientas cada uno de estos deseos o actitudes y talentos que querés conservar para cumplir tus objetivos.
Visualizá cómo atesorarías y darías uso a cada una de estas herramientas, construyendo aquello que querés lograr.

Repetí esta frase al sumar cada una de tus herramientas a la caja: «Confío en que hay nuevos aires por venir y abro un espacio dentro de mí para darle la bienvenida».
Es importante trabajar en tu autoconocimiento como una actitud permanente. Tu realidad cambia constantemente y de cada experiencia podés aprender algo nuevo. La vida te regala cada día una nueva oportunidad de transformar aquello que no te aporta valor y que te limita; está en vos aprovecharla.

Por Sandra Felsenstein, directora y fundadora de la consultora para Pymes DINKA.