Alguna vez te pusiste a pensar cuál es la diferencia entre los verbos “enseñar” y “aprender”? “Enseñar” viene del latín in (en) y signare (señalar hacia) y “aprender”, de apprehendere, que quiere decir “tomar por los sentidos”, “adquirir conocimientos”. Fijate que el primer verbo es pasivo y el segundo, activo. Sin embargo, si tomamos el modelo educativo como ejemplo, podemos ver que la mayoría de las instituciones públicas o privadas siguen manteniendo el modelo de aprendizaje más pasivo, con un maestro en el centro de la clase y varios escritorios apuntando hacia él y hacia el pizarrón. Este modelo se centra en las respuestas, en memorizar o aprender el contenido que está designado y no en lo que verdaderamente importa, que son las preguntas. Ahora bien, en las grandes empresas, esas que se destacan por ser innovadoras e ir un paso más adelante que el resto, como Google o Amazon, en cambio, lo común es encontrarnos con mesas circulares, con equipos multidisciplinarios que aportan valor a un todo desde su propia área de expertise. No se trata de una persona explicándole al resto lo que tiene que hacer, sino de muchas personas nutriéndose entre sí, haciéndose preguntas y aprendiendo unos de otros. Y ni siquiera hace falta irnos a esos gigantes empresariales: durante las crisis muchas veces vemos negocios, profesionales y emprendedores teniendo que reconfigurarse, aprendiendo a aprender un nuevo modelo de negocio con transformaciones rotundas. Sin duda, tienen que darle lugar al aprendizaje superando temores, prejuicios, y hacer visible lo inevitable y hasta necesario, para dejar de retrasarlo y sobrevivir. Esto es lo que te proponemos en este capítulo: que tomes las riendas de lo que querés aprender y que no tengas miedo de adquirir nuevos conocimientos en momentos de grandes cambios.

«Para ser líder de tu propio aprendizaje, lo primero es decidir qué querés aprender, y recordá que la clave no está en la respuesta sino en la pregunta: hacete preguntas antes de empezar».

MOTIVACIÓN Y NETWORKING
Los orientales apelan al concepto “crisis = oportunidad” y, sin dudas, hay un paralelismo en este caso: las crisis implican grandes cambios que nos dejan grandes aprendizajes a todo nivel. Y, en cuanto al cambio, Mariano Sigman, experto en neurociencia, dice que todos tenemos una extraordinaria capacidad de enfrentarlo, lo que muchas veces falta es la motivación para darle lugar. También lo hemos escuchado decir que todo lo que aprendemos podemos enseñarlo a otros. Cuando una enseña, pasa a aprender dos veces, reordena el conocimiento que tiene en la cabeza y termina de incoroporarlo. Otro concepto que nos ayuda como gran fuente de aprendizaje es el networking, para aprender del otro. Porque conocer gente diferente y abrirse a otras opiniones y culturas es ir más allá, un complemento más que perfecto para todo lo aprendido. Así que encontrá tu red, alimentala y nutrite de ella, así aprenderás todos los días algo nuevo.

DE “ENSEÑADA” A APRENDIZ
Comencemos el gran camino de ser líder de tu propio aprendizaje, de tomar ese rol activo y no pasivo. Lo primero es decidir qué querés aprender, y recordá que la clave no está en la respuesta sino en la pregunta: hacete preguntas antes de empezar. Así, podés visualizarte en un laboratorio, consultando primero diferentes bibliografías, autores que sean de tu interés, comenzando a realizar hipótesis, recopilando datos, analizando, validando, confirmando lo aprendido o retrabajando lo necesario. Pablo Picasso decía: “Siempre estoy haciendo lo que no puedo hacer para poder aprender cómo hacerlo”. Cuando lográs comprender que el aprendizaje está de la mano del “hacer”, te convertís en una maker del aprender, el foco está ahí. Entonces, si lográs saltar la barrera para pasar de ser “enseñada” a convertirte en una aprendiz, te encontrarás con que la vida siempre te trae nuevos aprendizajes y ahí está un gran valor del ser humano: “Vive como si fueses a morir mañana. Aprende como si fueses a vivir para siempre”. Decía Mahatma Gandhi.

MANTENETE ÁGIL
En todos los ámbitos existen aquellos enamorados del aprender y otros que quieren ir más a lo concreto, sacar rédito de cada minuto invertido, hacerlo bien y ver resultados rápido. Si te sentís identificada con este segundo perfil, es importante que apuestes por la agilidad, un concepto súper actual y que llegó para quedarse. Se considera una cultura ágil aquella que ha adoptado un enfoque que tolera el fracaso y que está dispuesta a probar hipótesis e ideas nuevas y con capacidad de adaptación. Fijate si estas no son condiciones elementales para encarar proyectos. Más adelante, en el último capítulo, vamos a profundizar sobre el método ágil, pero por ahora te dejamos un concepto de Melina Jajamovich, escritora y experta en el tema, que habla de agilidad como método para trabajar (y vivir) en estos tiempos: abrazando el cambio y la incertidumbre. Ella resalta la importancia de experimentar, aunque no haya dinero, grupo en el que hacer un testeo ni demasiado tiempo. Lo fundamental es que predomine el aprendizaje: “Salí de la caja, equivocate, equivocate rápido, equivocate barato. Aprendé ahora”, dice. Y nosotras no podemos estar más de acuerdo.

  • PARA APLICAR, LAS 4 C
    el sistema estadounidense de aprendizaje menciona como habilidades claves para destacarte:
    crítica: te permite analizar, comparar y filtrar la información y desarrollar el pensamiento propio.
    comunicación: analizar y procesar la inmensa cantidad de información que recibís y, a su vez, comunicarla de manera clara y eficaz al otro.
    colaboración: debido a la globalización y al uso de la tecnología, se vuelve vital que trabajes de manera conjunta para lograr un fin mayor con resultados valiosos.
    creatividad: en este mundo tan cambiante, la innovación y el espíritu creativo son capacidades que no pueden faltar.

Por Julieta Montaldo
Licenciada en Administración
Consultora en DINKA