Hacé consciente el papel que querés tomar en esta aventura y encará tu propósito con la actitud correcta.

Imaginá que formás parte de una obra de teatro, visualizate y contestá: ¿Dónde estás en esta obra? Pensá y reflexioná sobre qué rol ocupás en tu vida o, más en concreto, en tu proyecto.

Te presentamos algunas alternativas para analizar:

  • Protagonista: ¿sos central e imprescindible en la obra, participando activamente, dando todo en el escenario? ¿tenés una respuesta o una solución para todo?
  • Secundaria: ¿sos el personaje secundario que vive la obra pero no se termina de involucrar? ¿O sentís que estás en escena, vivís la obra, pero tus resultados dependen completamente de las decisiones que toma otro por vos?
  • Público: ¿estás en la tribuna observando la obra desde afuera, sin participar? Tal vez sientas que esa vida que ves es de otra, con los sueños y aspiraciones de alguien más, y vos te encontrás viviendo en piloto automático mientras el tiempo transcurre.
  • Crítica: ¿estás mirando la obra desde las gradas, emitiendo opiniones y juicios de valor? Si juzgás cada accionar que hacés y cada paso que das, estás limitando sentir, equivocarte y, en definitiva, vivir.
  • Detrás de escena: ¿estás en el backstage, preparándote?, ¿estás lista pero nunca llegás a salir a escena? Tal vez haya algo de inseguridad que no te permite juntar el coraje para vivir tu aventura.

¿Ya identificaste qué personaje sos dentro de la obra que estás viviendo? Seguramente haya momentos de tu vida en los que tengas cada uno de estos roles y está bueno que así sea, dependiendo de las circunstancias. También podés llevar este paralelismo al proyecto concreto que tenés en mente. Preguntate:

  • ¿Por qué creés que tomás ese rol en este momento?
  • ¿Con cuál o cuáles te identificás más?
  • ¿Lo hacés por inseguridad, por miedo a las opiniones, porque pensás que esperan eso de vos, para evitar equivocarte, para controlar?
  • Y sobre todo, volvé a la pregunta central: ¿para qué? Porque depende de vos qué actitud querés tomar frente al liderazgo de tu vida y de tus proyectos. Lo importante acá es que lo definas y lo hagas consciente. Que tu rol sea tu elección.

La elección es todo

Como ya dijimos, el contexto puede modificar muchas veces el tipo de rol que tomás frente a un desafío. Determinadas situaciones requieren que vos tengas un rol más pasivo o más activo. Pero lo importante y lo que te proponemos hoy es que vos elijas ese rol que tomás y que no sea que simplemente no te quedó otra, que te tomó por sorpresa o que no te animaste. Sabé que podés cambiar, que podés elegir. Ahí está la clave para lograr lo que te propongas, para llegar a tu propósito.

Ante determinadas situaciones, escuchate y date cuenta de que podés ser la segunda en el acto, porque esa situación puede generarte angustias o miedos y decidís reservar esa energía para otro momento o dejarle el protagonismo a alguien más. O encontrarte haciendo cosas, aunque nadie te las haya pedido, para mostrar esa imagen de la superpoderosa, y darte cuenta de que no estaban esperando eso de vos puede resultar liberador. Y así infinitas posibilidades que solo podemos cambiar cuando tomamos las riendas de nuestro propósito.

Cuándo ser protagonista

Si bien dijimos que no siempre tenés que tener el rol principal en toda situación, sí tenés que saber que ser protagonista y ejercer el mando de tu propia vida es lo que te permite conocerte, aceptarte, respetarte, con lo bueno y con lo malo. Te convierte en un ser valiente para así, desde lo auténtico, desde lo más profundo, poder tomar tus propias decisiones. Esto, lejos está de no poder cambiar, aprender y crecer. Justamente te deja en el lugar exacto de autoconocimiento para partir hacia el camino que vos misma elijas y así poder cambiar el personaje o la escena.

Al aceptar el liderazgo de tu propia vida o de un proyecto concreto, también te hacés dueña y responsable de tus decisiones y acciones, te comprometés y así vivís realmente lo que querés vivir y sos más feliz. Cuando elegís por vos misma, liberás esa energía única que llevás dentro, comprendés lo que realmente querés hacer, cuál es tu propósito, tus impulsos, y qué es aquello que te motiva.

Entonces, la pregunta aparece: «¿qué obra de teatro quiero vivir?, ¿cómo está transcurriendo?». Si no estás conforme con las respuestas, es un buen momento para comprender que no solo sos la protagonista, sino también la directora de la obra, y podés, partiendo del entendimiento de aquello que te disgusta, cambiar con tiempo, trabajo y esfuerzo el rumbo de esa historia, tu para qué.

¿Puedo cambiar de rol?

Somos seres sociales y la autoestima se forma a lo largo del tiempo a partir de tu propia percepción de tus cualidades, tu relación con el entorno y con otras personas que te rodean. El camino de conocerte, cambiar y autosuperarte implica ser consciente, definir, agradecer y soltar etiquetas para después poder darles espacio a nuevos aires y a nuevos proyectos.

A su vez, tus expectativas y las que otros tienen de vos misma pueden tanto beneficiarte cuando te incitan a mejorar como jugarte en contra si te atan o limitan tus decisiones y tu accionar. Cuando sos consciente de lo que se espera de vos, podés abrir un diálogo y alinearlas para evitar conflictos. El conocerte te va a ayudar a salir del rol en el que caés siempre por repetición.

Otras veces, el conflicto puede persistir y es en ese momento en que debés preguntarte: «¿de quién es la vida que estoy viviendo?». Volvés, así, a tomar las riendas al comprender que es tu propia vida y elegís tu propio camino, tu propio rol, con amor, conciencia y compromiso.

«Cuando elegís por vos misma, liberás esa energía única que llevás dentro, comprendés lo que realmente querés hacer, cuál es tu propósito, tus impulsos, y qué es aquello que te motiva».

Ahora, de nuevo, preguntate:

  • ¿Con tus acciones y palabras estás respondiendo a tus deseos más profundos?
  • ¿Sabés escucharte para modificar el rol de acuerdo con la situación en que te encuentres?

Si respondiste «sí» a ambas preguntas, quedate tranquila: eso es ser la verdadera protagonista de tu vida.

Por Julieta Montaldo
Consultora en DINKA