Qué es el propósito
Cada uno de nosotros tiene un propósito, un para qué. Es importante explorar qué nos mueve y actuar en consecuencia; detrás de cada cosa que hacemos, cada actividad o profesión, encontrar el sentido que resuene con quien realmente somos. Empezá contestándote estas preguntas:
- ¿En qué querés invertir tu tiempo y energía?
- ¿Para qué te levantás cada mañana?
- ¿Qué te causa placer?
Está bueno pensar en el propósito como un camino. Si cada paso que diéramos en la vida fuera marcando una huella, entonces nuestro propósito nos indicaría el Norte. De esa forma, tomar decisiones en la vida es más fácil porque implica entender si cada una de las cosas que decidís está relacionada con tu propósito o no. Tu propósito no tiene por qué ser algo grandioso, sino, por el contrario, algo alcanzable que te guíe y motive. Por ejemplo, no hace falta que tu propósito sea acabar con la pobreza y el hambre en el mundo, pero podría ser poner tu granito de arena para ayudar en este sentido, haciendo pequeñas cosas como apadrinar a algún chico en su camino escolar o cocinar viandas para un comedor. Es mejor dar pasos pequeños sostenibles en el tiempo que paralizarnos por plantearnos objetivos muy ambiciosos.
Por qué es importante
«Porque no es lo mismo que vivir, honrar la vida«, canta el tango de Eladia Blázquez, y sintetiza muy claramente la importancia de tener un propósito en nuestras vidas, cualquiera que sea su magnitud, importancia o trascendencia. En otras palabras, sería algo así como: aprovechemos la vida, ¿qué huella queremos dejar?, ¿cómo queremos ser recordadas? Porque no es lo mismo vivir y punto que honrar la vida. Honrar la vida es vivirla con intensidad y dándoles un sentido a las cosas que hacemos.
Hay gente que logra alinear su actividad diaria con su propósito de vida, pero, en muchos otros casos, la tarea laboral no es la que anhelamos, aunque sí se puede complementar con otras actividades que nos llenen el alma, que nos ayuden a tallar una huella de la que estemos orgullosas. Pueden ser acciones pequeñas, como colaborar con alguna fundación, separar y reciclar desechos, cultivar tus propios alimentos, rescatar animales de la calle o cualquier búsqueda que se relacione con tu propósito. «Preguntate si lo que estás haciendo hoy te acercará al lugar al que querés llegar«, decía Walt Disney, y la frase resuena en cada línea de esta nota.
Cómo descubrir el tuyo
Para descubrir tu propósito, tenés que conectarte primero con tu esencia, con tus bases, con quién sos vos y qué te hace bien. Pero claro, no es tarea fácil. Hay una historia que lo grafica bien. Dice que había dos águilas charlando:
«–¿Cuál es el destino de las águilas? –La realización, disfrutar cada instante de la vida. Ser feliz, llegar a la cima de la montaña.
–¿Por qué estás aquí entonces? ¿Por qué no tratamos de llegar a la cima de la montaña?
–Aquí nunca me he sentido satisfecha (…) pero esta situación da seguridad y con esto estoy conforme».
Y entonces, en esa historia, una de las águilas finalmente junta coraje para perseguir su propósito. Lo intenta varias veces, analizando distintos caminos y alternativas, y comienza a ascender la montaña. Al final, cuando alcanza la cima, mira hacia abajo y recuerda muchos momentos difíciles, pero nota también que siempre había decidido seguir hacia adelante, superándose a sí misma. Y el relato sigue: «Luego fue en busca de la otra águila y le contó lo vivido. Al oír lo que esta le contaba, le preguntó: ‘Todo ese potencial, ese espíritu de libertady esa seguridad que tú tienes, ¿en dónde los encuentro?’. El águila, serena y segura de sí misma, le contestó: ‘¡DENTRO DE TI, AMIGA, DENTRO DE TI!’».
¿Por qué te contamos esta historia del libro La búsqueda, de Alfonso Lara Castilla? Porque definir tu propósito suena sencillo, pero implica un desafío. El camino que hay que transitar para lograrlo requiere esfuerzo, voluntad y compromiso.
Claves para definir tu «PARA QUÉ»
- Identificá cuáles son los valores personales que te definen. Los que más te acercan a lograr tu propósito de vida. Teniendo en claro cuáles son, podrías observar si estos valores se ven reflejados en tu tarea diaria e incluir en tu agenda aquellos que no estás practicando. En concreto, alineá tu actividad diaria con tu propósito. Esta búsqueda muchas veces requiere potenciar ciertas habilidades, pero, a su vez, también callar o mutear ciertas otras. No nacimos «hechas a medida» de nuestro propósito, por lo que exige que nos animemos a afrontar el proceso y a aprender para crecer con él.
- No te compares con los demás. No pienses que ellos son más exitosos o que ganan más dinero o que tienen su vida totalmente resuelta. La realidad es que la vida es un constante aprendizaje y cada una de nosotras va recorriendo su camino y aprendiendo. Nuestro propósito en la vida no se encuentra o descubre simplemente, sino que se va construyendo.
- Permitite probar cosas nuevas. Muchas personas viven insatisfechas y no hacen nada al respecto, quejándose de su situación, sin intentar modificar lo que la produce. Buscar alternativas que nos interese experimentar es la mejor manera de aprovechar nuestro tiempo libre y ampliará el abanico de posibilidades para incorporar a nuestro propósito de vida. Desarrollá la curiosidad. Investigá todo lo que te llame la atención, salí de tu zona de confort y abrite a nuevas posibilidades, en las que quizá jamás hayas pensado.
¿Tener un propósito me va a hacer más feliz?
El neurocientífico Facundo Manes afirma que, según estudios científicos, factores como el dinero, la suerte, la imagen y el lugar de nacimiento aportan solamente el 10% de la felicidad. Un 50% se asocia a predisposiciones genéticas y el 40% restante está en nuestras manos. El 40% es un montón. Por eso, tener un propósito puede ayudarnos a aprovechar las oportunidades que se nos presentan y a ver más claramente si lo que hacemos nos acerca a alcanzar nuestros objetivos. Como expresa Robert Louis Stevenson, «la vida no es siempre una cuestión de tener buenas cartas, sino de jugar bien una mala mano».
En primera persona
El 9 de enero de 2006 arranqué mis actividades como tantos otros: resignada a perder 9 horas en hacer algo que no disfrutaba. Escuchaba el tic tac del reloj y pensaba en todo lo que estaba pasando «fuera de la oficina». Ya estaba recibida de ingeniera y trabajaba en una empresa de renombre, y, por supuesto, renunciar para saltar al abismo era ridículo. Pero ese día recibí una llamada. Me avisaron que habían internado nuevamente a mi abuela, y pedí permiso para ir a visitarla. Mi jefe dijo que no. Entonces, me paralicé: ¿qué precio estaba dispuesta a pagar por una vida que no elegía? Frené, pensé y tomé una de mis decisiones más significativas: poner lo realmente importante por encima de todo. Renuncié y fui a visitarla, pasé una tarde hermosa con ella y, al día siguiente, falleció.
Desde ese día, mi objetivo frente a cada decisión fue elegir en qué quiero invertir mi tiempo. Dejé de ser espectadora de mi vida para pasar a ser protagonista. Entendí que la única persona con la que vamos a convivir todos los días somos nosotras mismas. Por eso, hoy, cada vez que me enfrento a algún nuevo desafío, pienso si me acercará al lugar al que quiero llegar o si se asemeja al tic tac del reloj de la oficina.
Después de descubrir mi propósito aquel día en el que renuncié a mi trabajo, me propuse también transmitir esa búsqueda del para qué. Así, desde la consultora que fundé y dirijo desde hace más de 10 años, DINKA, ayudo a otros a dar un salto en sus empresas o emprendimientos y a poner en marcha sus proyectos, de ser posible, antes de llegar a un gatillo que duela, una situación límite como me pasó a mí.
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Por Sandra Felsenstein
Fundadora y Directora de DINKA