Ahora sí, es momento de activar ese plan que venís carburando. Te ayudamos paso a paso.

¿Cuántas veces te quedás en la idea y no lográs llevarla a cabo? Tal vez incluso empezás con toda la energía, pero te vas quedando en el camino porque no tenés las herramientas para avanzar. Como vimos a lo largo de estos cinco capítulos, la única que puede tomar la decisión de concretar tus sueños sos vos. Solo tenés que tomar la decisión y tener la actitud de hacerlo. Esta es tu oportunidad de ser la persona que quieras ser, de aportar tu granito de arena para construir un mundo mejor y concretar tu proyecto. Pero, para poder avanzar a paso firme y no perderte en el camino, es importante organizarse. Mediante la organización podés convertir sueños en acción, ideas en movimiento y objetivos en resultados. Por eso te compartimos este proceso de organización y ejecución que tiene cinco etapas para poner manos a la obra, tanto si querés lanzar un producto o servicio como si tenés un proyecto personal.

“Mediante la organización podés convertir sueños en acción, ideas en movimiento y objetivos en resultados”.

1. IDENTIFICAR EL PROBLEMA
Definir el propósito
Esto ya lo hiciste en el segundo capítulo. Todo proyecto tiene que tener uno. Va a ser tu motor para perseguir tu sueño, más allá de las dificultades, que van a ser muchas, a lo largo del camino.
Detectar el problema, la oportunidad y la solución
Para identificar el problema, es fundamental la empatía. Centrate en la persona que tiene el problema (que podés ser vos), identificá qué siente, cómo piensa, qué necesita. Y ahora pensá cómo enmarcar el problema para que no sea ni muy amplio y difícil de solucionar ni tan específico que te limite generar una propuesta innovadora. De este problema vas a poder detectar una oportunidad de cambio, y, a partir de ahí, vas a poder idear una solución. Muchas veces la clave del éxito es enfocarse en soluciones simples, no compliques las cosas, ¡sé práctica! En esta búsqueda de la solución es donde tenés que sacar todo tu potencial de creatividad que ya vimos en este bookazine. Salí de tu zona de confort y pensá nuevas alternativas o caminos impensados.
Poner objetivos
Los objetivos pueden ser para vos, para el emprendimiento, para el destinatario, para los proveedores o para los socios. Pero es importante definirlos y asegurarte de que sean objetivos inteligentes, ya que te van a guiar a lo largo del proyecto para que no pierdas el foco de lo que querés alcanzar.

2. REALIZAR UN RELEVAMIENTO
Analizar el contexto
Acá tenés que ver qué es lo que existe actualmente. Esto puede aplicarse a actitudes y aptitudes personales, competencia, mercado, etc. Si se trata de un emprendimiento, tenés que conocer las alternativas que hay en el mercado para identificar cómo podés dife-renciarte, no solo la competencia directa, sino también cómo se resuelve el problema actualmente. ¿Qué alternativas tienen los destinatarios para resolverlo?
Conocer los destinatarios
De nuevo, acá ¡la empatía es todo! Ponete en los zapatos del otro para comprender realmente lo que necesita, qué le interesa, qué lo moviliza. Entendiendo realmente sus necesidades y motivaciones es que vas a poder ofrecerle una propuesta innovadora que lo atraiga (incluso cuando el destinatario seas vos misma).

3. CREAR TU PROPUESTA
Hasta ahora, lo que hicimos fue investigar e idear sobre una oportunidad. Ahora llegó el momento de definir la propuesta, qué vamos a hacer para resolver la necesidad o problema que identificaste. En un emprendimiento, se usa mucho esta checklist de temas, pero vos podés aplicarla a algo más personal:
Propuesta de valor
Hacé una definición detallada del producto o servicio que vas a ofrecer, con sus características, sus beneficios, sus ventajas sobre otras propuestas, etc.
Recursos
Acá hacé una lista de los recursos que se necesitan para lograrlo: materiales, tecnología, producción, etc. Y también anotá cómo los vas a obtener, qué alternativas de proveedores hay, con sus ventajas y desventajas.
Segmento de clientes
Definí a quién se dirige tu proyecto, quién será el usuario. Podés tener más de uno o ser vos.
Equipo de trabajo
Detallá una por una cuáles son las tareas para realizar a lo largo de todo el proyecto y fijate cómo podés segmentarlas para definir roles. Acá es importante que no caigas en la tentación de querer abarcar todas las tareas vos sola porque te van a desviar de la conducción del proyecto y, en el caso de ser un negocio, no te va a permitir crecer. Por esto es muy importante trabajar con tiempo en la delegación efectiva de tareas en un equipo de trabajo. Si no tenés equipo, quizás haya cosas que puedas tercerizar o comprar hechas.

4. DEFINIR UNA ESTRATEGIA
Plan de acción
Definí cómo vas a ejecutar tu propuesta. Ponete objetivos y establecé prioridades. En un emprendimiento tenés que definir cuál será tu “MVP (mínimo producto viable)”, es decir, aquella primera versión de tu propuesta que te permitirá testear y aprender de tus errores.
Modelo de negocio
Básicamente, sería decidir cómo vas a generar ingresos para poder cubrir todos los costos. Tenés que definir cuáles van a ser los canales de venta y cómo vas a entregar tu producto o servicio; entre otros puntos. El modelo de negocio es dinámico, cambiante, se adapta al mercado, que va a ir sufriendo modificaciones. Podés utilizar la herramienta business model canvas, que explicamos en la página 113.
Análisis financiero
No te asustes con este término si no sos fan de los números. Pero es importante hacer este análisis antes de lanzarte con cualquier proyecto. Para hacerlo, hay dos partes importantes a considerar:
a.¿Qué ingresos puedo generar?
Si tu proyecto es un negocio o si requiere juntar fondos, calculá qué cantidad de productos podrías vender. Para hacer esta estimación, tené en cuenta a cuántas personas podrías llegar y cuántas de ellas terminan comprando. Analizá distintos escenarios, uno más conservador y otro más alentador para tener en cuenta ambas alternativas. ¿Qué precio estarían dispuestos a pagar? ¿Qué precio es rentable para tu negocio?
b.¿Qué costos voy a tener? Hay costos directos, que son todos los asociados a la venta del producto o servicio, que tienen una relación directa con las ventas. Y hay costos indirectos, que son los gastos que vas a tener aunque no generes ninguna venta. Pueden ser alquiler, Internet, servicios en general, etc.
Esto mismo lo podés aplicar para tu ámbito personal, identifican- do los ingresos que generás o recibís (sueldo u otros) y los gastos que tenés actualmente (súper, alquiler, expensas, etc.), incorporando los costos del proyecto que tengas. Para eso tenés que tener en cuenta qué recursos vas a necesitar y sus costos para saber si lo vas a poder afrontar con tus ingresos actuales o analizar en qué momento podrías encararlo. Por ejemplo, si querés hacer un posgrado, tenés que contemplar no solo el costo de las clases, sino también el de los materiales (libros, biromes, Internet).

Para aplicar OBJETIVOS SMART:
Definir los objetivos adecuados para cualquier ámbito, ya sea en una empresa, un emprendimiento o tu vida personal. La técnica SMART es un acrónimo que hace referencia a cada una de las características que debe tener un objetivo:
S: specific (específico): Tiene que ser conciso y claro. No hay lugar para ambigüedades.
M: measurable (medible): Tiene que ser algo concreto que se pueda ejecutar y medir de alguna manera a lo largo del tiempo.
A: achievable (alcanzable): Factible de ejecutar, realista, no imposible.
R: relevant (orientado a resultados): Debe estar alineado a los objetivos y generar un resultado.
T: time bound (En un tiempo determinado): Es importante definir un plazo para poder hacer seguimientos. Por ejemplo, en lugar de decir: “Quiero impulsar mi tienda online”, decí: “Quiero aumentar las ventas en la tienda online en un 10% en el próximo mes”. O en lugar de proponerte: “Quiero desarrollar mi creatividad”, decí: “Voy a implementar un proceso creativo por mes durante los próximos tres meses”. Estos segundos ejemplos sí son objetivos SMART ya que son específicos (“aumentar las ventas”), medibes (“un 10%”) y en un tiempo determinado (“el próximo mes”). Además, son alcanzables y generan resultados alineados a tus intereses.

5. IMPLEMENTAR Y EVALUAR
Ya vimos en páginas anteriores la importancia de crear rutinas de trabajo. La disciplina es lo que te va a permitir avanzar en tu proyecto. Pero no te olvides de la agilidad, el factor fundamental para adaptarte a los nuevos escenarios con los que te vas a ir enfrentando. Tenés que estar atenta y alerta para tener la flexibilidad de cambio para perseguir tu sueño. Algunas claves a la hora de la implementación:

Seguimiento
Elegí los indicadores claves para hacer un seguimiento semanal o mensual de tu proyecto. ¿Qué son estos “indicadores claves”? Es información que podés medir y que es relevante para tu proyecto: por ejemplo, si creaste tu canal de YouTube, la cantidad de views y de seguidores es fundamental. O, si estás escribiendo un libro, puede ser la cantidad de páginas escritas por semana. Lo importante es que los veas periódicamente y compares su evolución.
Evaluaciones constantes
Son fundamentales para ajustar el plan de acción e incluso el modelo de negocio. Seguro que te vas a equivocar, así que es mejor hacerlo rápido y ajustar.
Perseverancia
La clave ante el fracaso o el error es seguir intentando, no rendirse. Poniendo el foco en el “para qué” podés buscar distintos caminos que te conduzcan hacia donde querés llegar.

¡DALE PARA ADELANTE!
Ahora sí, ya vimos todos los pasos posibles para organizarte y llevar a cabo tu proyecto. Esperar el momento ideal para empezar puede ser la razón por la cual nunca llegues a concretarlo. El momento de empezar es ahora: animate, equivocate, aprendé, ajustá y seguí intentando.

“No caigas en la tentación de querer abarcar todas las tareas vos sola porque te van a desviar de la conducción del proyecto y, en el caso de ser un negocio, no te va a permitir crecer”

TOOLBOX
Herramientas para activar
PODCAST: Charo Vargas, Jefa de tu vida.
Jenna Kutcher, Goal Digger.
CHARLA TED: David Allen, Getting in control and creating space.
LIBRO: Harry Altman, Gestión ágil de proyectos.
PELICULA: Steve Jobs (Danny Boyle, 2015)

Por Delfina Pérès Copello
Licenciada en Economía
Consultora en DINKA