img-artesanosSilvia Roldón, del taller Urden Urben, realiza sus trabajos en telar sobre seda natural. La preocupación del diseño viene acompañada por la ecología. Argentina registró exportaciones por USD 46.569 millones en el 2006. Buena parte es materia prima.

INTERMEDIACIÓN – Dinka es una empresa que aglutina a 30 diseñadores y artesanos para colocar sus productos en Europa y E.E.U.U. Ahora ven a Asia.

Santiago Estrella, corresponsal en Buenos Aires LIDERES

Hace poco más de un año, Sandra Felsenstein descubrió que en Argentina había un nicho sin explotar: la exportación de los diseños exclusivos de artesanos que trabajan en pequeños talleres de dos o máximo tres personas.
Según el Instituto Argentino de Estadísticas y Censos, el año pasado ingresaron USD 46.569 millones (6000 millones más que en el 2005) por exportaciones.
La cifra proviene, fundamentalmente, de materia prima, manufactura agrícola, ganadería e industria; las pequeñas y medianas empresas van ganando terreno.
Los pequeños artesanos, muchos de ellos surgidos luego de la crisis del 2001, fueron empujados a emprendimientos personales. Los motivó el hecho de que, cada vez, veían más lejos este “milagro de la economía argentina.”
Felsenstein, una ingeniera industrial de 27 años y quien siempre había trabajado en grandes corporaciones, creó la firma Dinka.
Esta es una empresa que ahora aglutina a 30 diseñadores y artesanos para comercializar sus productos en el exterior. A cambio, reciben un porcentaje de las ventas (no se especificaron montos).
“Pensé en este emprendimiento porque la gente que se dedica a la comercialización en el exterior suele focalizarse en otro tipo de productos, elaborados a mayor escala. Por esta visión, se desatiende a ese sector” dice Felsenstein.
A los artesanos les pareció una idea por demás interesante. Según Silvia Roldán, del taller de telar sobre seda natural, Urden Urben, “los artesanos ni siquiera tenemos tiempo para pensar en la exportación”. Y añade que tampoco tienen idea de cómo son los términos legales que se deben cumplir. Por eso lo considera “una gran ayuda”.
“El problema es que a las personas creativas, que diseñan y desarrollan sus productos, no suele gustarle la parte comercial ni las tareas administrativas. No les agrada hacer cotizaciones ni negociar. Así, si alguien que se dedique a las labores operativas, los encargados del diseño pueden focalizarse en idear sus productos.
“Dinka resultó ser nuestra ventana al mundo”, cuenta Soledad, joyera de Dinka. No tiene un local propio. Tampoco trabaja con tarjetas. Sus joyas, ajenas a cualquier concepto clásico, se entregan a consignación a locales comerciales de líneas exclusivas de Buenos Aires.
Por esta razón, la expansión en Europa y E.E.U.U. resulta un aspecto clave. Como dice Roldán, “son países donde hay una preocupación por la exclusividad y gusto por lo exótico. Además, en esos mercados se valora el respecto a la saludad, el ecosistema, a diferencia de las naciones de América Latina.”
A través de Dinka, estos artesanos comienzan a promover sus productos en Chile, Perú, E.E.U.U., España e Italia. En Ecuador, hubo un acercamiento después del Perú Fashion Night. En estos días, Felsenstein tiene los ojos puestos en los Emiratos Árabes.